Archivo mensual: marzo 2011

Pas mal

Por Eva Diz
Respecto a lo que me traigo entre manos, por si a alguien le pica la curiosidad, solo diré que sigue pintando estupendamente, que es algo nuevo e interesante, otra forma de hacer las cosas.

Pongo la balanza a funcionar. Toca pensar, sopesar, arriesgar y decidir qué quiero hacer durante el próximo año.

Como dicen por aquí, ya os diré cosas. Mientras tanto, seguid pensando en mi idea de ayer. =)

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Trabajo y amor

Por Eva Diz
Bueno, ha pasado un día ya y… he de confesar y confieso que mi propuesta ha tenido un éxito bien escaso. Se ve que el paro no está tan mal (tendré que probarlo) porque no quiero pensar que no hay agallas para empezar algo de cero o que no os habéis leído mi post de ayer. Ah! que estáis valorando la oferta, mirando pros y contras… bien, venga os perdono.

Ahora en serio. A todos los que habéis creído en ello, no dudéis que habrá un huequito para vos si algún día todo toma forma. A los que no, lo siento: sé que os arrepentiréis. Y a los que están conmigo en esto, ánimo, no nos queda nada…

Sigo en mis trece: buscar algo  apasionante,  que me permita llegar a casa y sentirme bien. Feliz. Aunque sea un poco cada día (nopidomás).

Por el momento, hoy ando liada. Tengo una cosa entre manos. ¿Otra? Sí, no paro. Y esta pinta realmente bien. Os mantendré informados.

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Muchos y buenos

Por Eva Diz
Se me ha ocurrido una idea. Bueno, debería decir que me la ha sugerido un amigo con un comentario de Facebook a mi último post. Reproduzco:
-«Vaya… Bueno bienvenida al club, i ánimo!!!», dice Albert Goodkid.
Y yo contesto:
-«Pues sí, veo que el club es cada vez más exclusivo y de mayor categoría, jajaja».

Automáticamente enlazo con cientos de conversaciones anteriores sobre el futuro (merci, Al),  con los consejos de otro buen colega (gracias Adolfo), retomo toda la autoestima y la fuerza que me habéis dejado en mi muro y en mi mail durante estos últimos días (thanks to everybody) y hago una radiografía de nombres, país a país, ciudad a ciudad.

Y entonces, lo veo claro: en esto del paro somos muchos y buenos, llenos de talento, cargados de ideas y sobrados de tiempo. ¿Qué estamos haciendo que no nos reunimos y pensamos en algo que aúne todo lo que valemos, algo que nos guste y a lo que podamos sacarle partido?!

Propongo una cooperativa, algo que nos permita vivir de lo que nos gusta. ¿Qué me decís? Empiezo con la lista: nombre y talento, gustos y aficiones. No perdamos más minutos, valen demasiado.

MiMail: evaevisima@gmail.com
MiTwitter: @evaevisima

Vengaaaaaa, qué no se diga!

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(E:)

Por Eva Diz
La fase delete está en marcha. Ayer por la tarde saqué de mi ordenador todo lo que lo convertía en mío: fotos, vídeos, enlaces, temas de nevera (de esos que saben tan ricos cuando llega el fin de semana y no hay ni para picar comunicados) y hasta manuales de texto. De mí solo le quedan dos pegatinas de fruta junto a la pantalla y el código para entrar. Ah, y la foto del fondo de pantalla, que la dejaré allí hasta el final.

No lo voy a negar: esto de borrar mi propio rastro está siendo duro. He intentado rescatar todo lo que he escrito pero es una empresa tan excesiva que he optado por  copiar solo aquellos teletipos que vieron su luz con nombre y apellido (ahora lo pienso y sé  que tenía que haber firmado alguno más). Ha sido como viajar en el tiempo. He visto cosas que ni recordaba haber hecho y  he caminado tanto que me sorprendo.

En resumen, y esto podemos considerarlo todo un éxito: he logrado meter tres años y pico en dos cajas de zapatos, una bolsa y un pen. Demasiados recuerdos para poder olvidar.

Ha sido un comienzo de semana productivo a pesar de haber empezado el lunes perdiendo mi anillo fetiche, el que ocupaba mi dedo pulgar desde hace once años inseparables. Es una señal, diréis todos. Pues no sé…, la verdad es que estoy un poquito harta ya de mensajes cifrados, señales del futuro y símbolos del más allá que vendrían a decirme que me espera una vida fantástica detrás de todo este embrollo. En fin. Aviso: si viene el espiritu santo a verme, no estoy, a menos que venga a devolverme mi anillo, claro.

El fin de semana tampoco fue para echar cohetes: me entregué a la pereza, la autocompasión, a la comida en grandes cantidades y las series americanas (creo que gané dos kilitos al menos). Sólo en la tarde del domingo me vi tooooooda la miniserie «The Pacific», de Steven Spielberg (Bélica. Muy recomendable para todos aquellos a los que les gustó «Salvar al soldado Ryan»).

Pero no me culpen, estoy tratando de enmendarlo. Aquí me tienen actualizando el blog y a punto de sentarme a estudiar el C de catalán.

Por último, os dejo las reflexiones sobre el futuro que nos aportaron unas cañas que anoche nos tomamos los compañeros de redacción:

«-Ya tenemos perro y gato, y ahora ¿hacia qué animal nos dirigimos?
-Bueno, yo tengo dos gatas ya…
-Sí, entonces a mí qué me espera: yo tengo tres.»

 

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Saber perder

Inauguro el sábado con buen humor y mejor letra. Con Rayuela de Julio Cortázar. Intentando ordenar mi mundo un  poco me he encontrado una de esas hojas de libretas escritas hasta en los bordes con anotaciones del libro. Y, entre todas ellas, allí estaba ella:

«Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo».

Magnífica. Valiente.

Muchos que yo me sé (y que todos sabemos) deberían aplicársela. Aquí la dejo, para que la compartáis y para los que se den por aludid@s. Yo, desde luego, estoy ya en plena práctica.

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Made in Japan

Por Eva Diz
«Cae siete veces, levántate ocho», dicen en Japón. Bien, pues aquí estoy intentando aplicarme el dicho.

Hoy se cumple una semana de la noticia y poco o nada ha cambiado. Sigo tratando de asimilarlo, aunque esto de ir a trabajar cada día como si nada no acaba de dejarme avanzar. Y quiero terminar ya con esta agonía, porque las ansias y las ideas me comen por dentro.

El ánimo me funciona a altibajos: hay mañanas en las que yo sola cambiaría el mundo y tardes en las que no sé ni por dónde empezar. Pero lo peor están siendo las noches, cuando la cabeza se siente libre para darse vueltas y vueltas a sí misma y volverme un poco loca.

Siento que no sé hacia dónde ir. Busco metas y sueños nuevos (se admiten sugerencias), pero es como si estuviera en una carretera vacía, sola, por la que no pasa nadie y que no va a ningún lugar.

Pero, a pesar de todo, he dado un pequeño paso: ya tengo currículo. Lo hice ayer, de prisa y corriendo, para enviarlo a un amigo que está buscándome la vida (gracias dani). Hoy lo he colgado aquí, para no perderlo y no olvidar todo lo que he hecho hasta ahora.

Sigo cayendo, pero espero poder empezar a levantarme pronto.

Besos de viernes.

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Yes, we can

Por Eva Diz
(Este es el post de ayer, que llega hoy porque ando con los días estrechados, un tanto revueltos, en plena deconstrucción. Siento el retraso. No volverá a pasar y,  si pasa, tírenme de las orejas)

Hablando como si fuera ayer, os diré que si lo que pretendíais con vuestros mensajes, vuestras llamadas y vuestros comentarios era subirme el ánimo… creo que os habéis pasado un poco.

Hoy (ayer para el lector ;-p) me siento capaz de convencer a Gadafi de que deje Libia con una pistola de juguete, capaz de alicatar el agujero de la capa de ozono, de lograr la reproducción masiva de las ballenas, de reescribir el Ulises de Joyce versión 2.0,  de ganarle unas elecciones a Obama, de reparar Fukushima y hasta de acabar con la crisis sin moverme de mi casa.

He guardado todos vuestros comentarios multivitamina para leerlos en los días en los que no me sentiré tan capaz. Esos días malos, que seguro que vendrán porque es lo que toca,  a los que pienso mirar de frente. Prometido.

Perder una oportunidad ya me ha dado otra: recordar la infinidad de gente maravillosa que he conocido durante estos 30 añazos que luzco y sentir el orgullo de saber que os tengo. Merci, again.

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Por pura suerte

Por Eva Diz
Yo caí en la casilla del paro por pura suerte, que hasta ella en estos tiempos parece haberse vuelto contra todo aquel que la tiente. Llegué por casualidad, en el último momento y, en buena parte, por decisión propia: mi alternativa de salario fijo, contable y estable iba acompañado de un traslado de urgencia de Palma a León, del calor al frío, de mi gente a otra gente. Una vez más.

Ante tal opción, ni la ilusión personal ni la chispa profesional se me encendieron, para qué os voy a mentir, aunque León sea una ciudad preciosa y su gente todo un mundo por descubrir. Pero no es mi mundo o, al menos, eso siento. Así que, no puedo más que mirar a otro lado y abrazar el paro y la esperanza de encontrar, algún día, algo mejor. Haberlos hailos si bien no lo parece…

Fui, soy y seré siempre periodista, aunque acabe dando clases de punto de cruz: la profesión va por dentro.

Esperaba una plaza en la que llevo trabajando más de tres años. Todas las condiciones para que fuera mía se habían dado. Todas, excepto una, la última: conseguir que ninguna persona fija de plantilla pidiera Palma como destino. Eso no estaba en mi mano, solo entraba el azar, pero tenía todas conmigo (de verdad, lo creí). Una no puede tener tan mala suerte, me dije. Además, me lo he currado, me he dejado la espalda, el alma. Es justo… pero no lo es.

Lo supe a las 19.30 horas de una tarde de sol increíble, el pasado viernes, a dos días de la primavera. La noticia me pilló como mejor me podía haber pillado. Las cosas como son. Habíamos alquilado un apartamento-balcón sobre el mar para pasar unos días tranquilos mientras el casero hacía obras en nuestro piso y esa misma mañana supe que había aprobado el examen para el certificado oficial de catalán. Good news…pa’ compensar.

La voz de mi director de nacional al otro lado del teléfono no dejaba lugar a dudas. Era un NO. Fue un mazazo. Me quedé sin habla, absolutamente muda, escuchando y pensando no, no puede ser, ahora es cuando me dice vengaaaaa, que era broma, que sí, que estás dentro. Pero no. La conversación siguió con el mismo tono triste y los mismos derroteros: aquello era el fin de mi castillo de arena.

Una persona fija había pedido la plaza y no dársela sería ilegal. Bien, pues las leyes son una mierda. A partir de ahí, acato y me resigno. Ole por ella, aunque me joda. Pero tendrá que sudar la camiseta y mucho. Nodigomás.

Después de llorar lo que toca y ya desde el otro lado -aunque seguiré yendo a trabajar abnegadamente hasta el 20 de abril, un día después de mi cumpleaños…- lo que verdaderamente me duele es dejar al equipo, a esos compañeros de jornadas maratonianas que eran lo mejor de ir a trabajar cada mañana (ahora espero veros en los bares). A ellos y a los compañeros del oficio, a todos los que no estáis en mi redacción sino en otras, que son la misma: la nuestra, la de los periodistas que nos dejamos el alma, las horas y los dientes para arrancar explicaciones a quien no quiere darlas y servir información a quien solo a veces la agradece. Vosotros me entendéis. Gracias por todo.

 

A mis jefes, a todos, gracias por lo que he aprendido estos años, por el apoyo y por la oportunidad. Y en especial, gracias a mi director de nacional por ser un valiente y llamarme para darme la noticia, por soportar mis titubeos, mis lamentaciones, mi rabia, mi impotencia y mis lloros durante una hora larga de teléfono. Gracias también por las alternativas de escape que me ofreció. Me llevo el orgullo de tener su  confianza (los que lo conocen saben que no es cualquier cosa).

Un placer hasta aquí. Ahora empiezo otra parte de mi vida: una nueva Eva. Cuento con vosotros.

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