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Ya lo decían los mayas…

Por Eva Diz
… en 2012 se acaba el mundo. Lo decían los mayas. Y yo ya no digo que no. Al menos, mi mundo y el de muchos de mi generación se ha acabado ya un par de veces durante los últimos años. Ya reunimos casi más fines del mundo que comienzos. Y es agotador, descorazonador. Una mierda.

Definitivamente he llegado tarde a la batalla por el optimismo, flaquean las ganas y la realidad aplasta cualquier estímulo que se atreva a empujar a este mundo hacia delante. Aún me parece increíble, pero sí, sí, puede que los mayas tuvieran parte de razón…

Hoy no me queda otra que escribir con la sonrisa torcida (sí, ése es el gesto que le concedo, señor Rajoy, ni uno más). Estoy decepcionada. Bueno, no, alucinada. No, no: indignada, eso, ¡indignada! No es que una se esperase nada brillante de estos que nos gobiernan y de los que nos han gobernado en los últimos años. Pero desde luego, me negaba a creer en algo tan desastroso. Fatal para «casi» todos. Sí, incluso para algunos de ellos, esos que callan y esos que aplauden mientras Rajoy lee la condena de una España a la que le quedan muchos años por delante para poder levantar cabeza.

En fin, ya veis que no es un post muy optimista. Digamos que… es más bien realista, porque esto es lo que hay y es una putada: al autónomo, a las pymes, al trabajador medio, al parado… a los de siempre nos han cortado las alas (esas que ya lucíamos raquíticas y amoratadas de tanto tratar de emprender de nuevo el vuelo).

Pero no creáis que me he rendido. Para el pesimismo aún me quedan demasiadas batallas que librar. Y no, no pienso quedarme quieta. Quizás todo esto tenga su lado bueno y acabemos con ese cáncer que lleva ya demasiado tiempo devorando nuestra democracia. Quizás por fin le perdamos el miedo a ver lo fuertes que realmente somos, quizás logremos ponernos de acuerdo. Y podamos dejárselo claro: el pueblo ya no puede más. Estamos hartos.

Quizás aprendamos que el conformismo no es la solución, ni el consumismo la panacea, ni Hacienda el coco ni la educación un coñazo o la sanidad un bien del que abusar. A lo mejor aprendemos a valorar ese estado de bienestar que dábamos por sentado y que, desde hoy, ya no está.

Gracias PPSOE por haber escenificado tan francamente bien vuestro final. Vosotros los políticos, en vuestra línea, puede que aún no os hayáis dado cuenta. Pero sé que más de uno está arrepentido de su voto. Los que votaron Rajoy y los que votaron Rubalcaba. Muchos.

Todos nos equivocamos alguna vez. Pero ahora toca aprender de esos errores y no volver a cometerlos. Démonos la oportunidad que ambos partidos nos niegan: aunque parezca todo lo contrario, sigue siendo nuestro momento.

#ahílodejo

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Libertades y otras crisis

Por Eva Diz

RTVM

Fmdo. Iñaki Oteiza

Se os va a echar de menos. Mucho. Más de lo que muchos creen, más de lo que creéis vosotros mismos. Alguien no ha sabido entender las cosas y el que no entiende no puede actuar con inteligencia. Y hace mal las cosas. Y ni se arrepiente. Porque no ha entendido nada.

Radiotelevisión de Mallorca dice adiós. Agoniza poco a poco. Es una auténtica muerte en directo, un espectáculo desagradable para el que lo mira sin poder hacer nada, sin poder pararlo. Pero, sobre todo, para vosotros, la gente que está detrás. Para los que veis el final cada día un poco más cerca y, sin embargo, seguís ahí, tan profesionales como siempre.

[M] se va. Y su adiós nos hace a todos un poco menos libres. Nos apaga la voz, nos vuelve más sordos, nos amordaza, nos limita. La libertad está en crisis y su crisis nos hace más pobres, más pequeños, más insignificantes. Y los que están cercenando esa libertad, los que están haciendo mal las cosas, ni se arrepienten, porque no han entendido nada. Ni lo entenderán nunca. Una pena.

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A todos los compañeros de RTVM: Gracias y ánimo. Queda mucho futuro por delante. De verdad.

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Cuando el periodismo es noticia

Por Eva Diz
El periodismo es noticia. Y como las escasas veces que lo es, es para mal. La crisis está pegando duro al sector, sin piedad, sin dolor. A cuentagotas y a manos llenas. Hoy cierra una radio, mañana dos periódicos, al día siguiente un digital… Conozco a muchas de las caras de esta historia de terror. Servidora también sale en los créditos. Y, por eso, me atrevo a hablaros con confianza.

En unos días, los compañeros de RTV Mallorca serán protagonistas de un ERE, un nuevo adiós a la información plural, a la información de todos. Es el adiós de un medio, pero no el fin del periodismo, ni de sus periodistas, que son muchos y muy buenos. Es una puerta que se cierra, una etapa que se acaba sin final feliz.

Mientras, los días pasan. Y todavía parece mentira, todavía queda esperanza. Se lucha y se protesta con las ganas que insufla la injusticia y que permiten cambiar el mundo. O al menos gritar que hay que cambiarlo. Porque todos hemos estado muy callados durante mucho tiempo. Algunos aún siguen así, muditos, no vaya a ser que el jefe se acuerde de que existen y acaben también teniendo que buscarse la vida.

THENEWLIFE

Primero hay que pasar la fase de shock, dejar que diluya el cabreo (hoy me lo decía @MAntoniaSerra) y luego, no volver a pensar en qué hubiera podido ser de no haber sido como ha sido. No vale la pena. Es un gasto de energía que no lleva a ninguna parte. Una vez que se pasa el primer impacto, hay que prepararse para asestar un nuevo golpe: Llega el momento de mirar hacia delante, pensar y buscarse la vida. Nunca hay que quedarse quietos. Jamás.

Toca aprovechar lo que tenemos y seguir siendo lo que somos, mejorar o reconvertirnos, adaptarnos, cambiar… O, incluso, mandarlo todo a tomar por culo, largarse al campo, montar un huerto y vivir con lo justo. Pero felices.

Creo que estas situaciones que te ponen frente al abismo, cara a cara, te hacen sacar lo mejor de ti. Lo importante es no dejarse llevar y huir de los pensamientos negativos, del qué voy a hacer yo si no hago lo que llevo haciendo toda mi vida. Pues… ¡muchísimas cosas!

  • Descubrir la cantidad de horas que tiene el día
  • Disfrutar de la lectura de un periódico sin agobios
  • Leer todos esos libros que tienes aparcados en la mesilla
  • Ver todas las series que te han recomendado (que ahora llega el invierno y un poco de sofá viene divinamente)
  • Apuntarte a inglés, que lo tienes muy olvidado
  • Hacer un curso de especialización, un máster o un posgrado en esa materia que siempre te pareció tan interesante
  • Pasar tiempo con los tuyos
  • Conocer tu ciudad, sin ir corriendo a todas partes
  • Abrir un blog y compartir todas esas cosas que vas haciendo
  • Escribir, escribir y escribir: cuentos, guiones… ¡hasta poesía!
  • Renovar tu currículo: Entra en LinkedIn pero ya
  • Aprender a vivir con menos, a comprar en el Lidl y a ir «a todo lo gratis»
  • Descansar y ser feliz, que para eso llevas años currando.

Y, un día, párate y piensa: ¿cómo te ves dentro de 10 años? ¿Qué te gustaría estar haciendo? Y hazlo. O, al menos, inténtalo. Nunca podrán decir que te has rendido.

Ánimo a todos. De veras. 🙂

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Sinceramente II

Por Eva Diz
Primero, mis disculpas porque mi reflexión sobre la vida, el trabajo y la felicidad llega un día tarde. Al de ayer le faltaron horas (y fuerza de voluntad, lo reconozco…), y como sé que esperáis mis letras como el café de las mañanas, entono el mea culpa y retomo el post donde lo dejé: sinceramente, ¿lo que hago me llena? ¿Es lo que siempre he querido hacer?

La respuesta, en mi opinión, cambia en función del estadio en el que se esté (no es lo mismo un veinteañero loco por hacerse un hueco que un treintañero con diez años de trabajos en la mochila) y de la trayectoria e intensidad  con la que se viva la vida (laboral, en este caso), así como de otros muchos factores. Lo que nos deja en que hay tantas respuestas posibles como personas. Esta es la mía:

Cuando me dijeron que la plaza la había pedido otra persona y que eso me dejaba fuera de juego, yo llegaba a esa conversación con casi diez años de trabajo a la espalda,  los tres últimos durísimos (y bastante ingratos) , varias mudanzas, un traslado de Galicia-Palma y un cambio de vida radical.

La primera reacción fue considerar que todo ese proceso y esfuerzo era un argumento más de peso que me hacía merecer la plaza y convertir en injustas las normas de selección de la agencia. Quería ese trabajo a toda costa porque de él dependían todos esos planes a corto plazo que, aún sin quererlo, uno se hace para poder seguir tirando con el día a día: viajes, cambio de casa, un e-book, más viajes…

Esa noche no dormí, ni un segundo. Y pensé, mucho. Desprendida ya de la posibilidad que me ataba a ese puesto de trabajo, a su salario y a su estabilidad, me pregunté ¿Pero…esto es lo que yo quería hacer toda mi vida? Entonces, la respuesta salió sola y del alma: no. No lo era y lo sabía, pero no quería indagar en ello porque la comodidad laboral es demasiado gustosa a veces…

A diario -al menos eso me pasaba a mí- uno mira el despertador y mal que bien, se levanta, saca una sonrisa y tira pa’lante. Un día, tras otro, llenando una larga lista de rutinas, por suerte tiznadas de pequeños cambios que a uno le despabilan de cuando en cuando y le dan nuevas razones para seguir perseverando. Y el tiempo pasa, sin que uno casi se de cuenta, cada vez más rápido.

Quizás si todo esto no hubiera pasado, en unos años me habría convertido en de esas personas que se quedan ahí, esperando a prejubilarse y vivir. O, con un poco de  valor, hubiera podido buscar mis prioridades fuera del trabajo y aceptarlo como es: una vía de pagarse la vida real, la que hay después del horario marcado.

Esta hubiera sido mi opción si hubiera seguido en la empresa. Pero, ahora que la veo desde fuera, a punto de cumplir 31 años, creo que me habría equivocado.

Por eso no sé qué haré a partir de ahora, pero tengo claro que hoy por hoy mi prioridad no es tener la comodidad laboral como compañía, tratando de trampear los días para trabajar lo que toca sin quemarse uno demasiado y dejando los sueños para compartirlos con la almohada.

Esta es una profesión muy dura. Me da la sensación que cada día lo es más: demasiada exigencia (en gran parte de uno mismo), demasiada presión y demasiada ingratitud. Y la crisis no ayuda, ahoga: tres que trabajan como cinco, productividad por encima de calidad, beneficios por encima de orgullo profesional.

Conclusión: yo me quedo en esta parada proque me he dado cuenta de que el final de ese trayecto no es el mío. La felicidad está en alguna otra parte. Habrá que aprender a buscar…

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Sinceramente

Por Eva Diz
Estos días ando muy monotemática:  perdonenme, estoy empezando.  Pero el título del blog me lo exige, así que volveré sobre ello. Esta vez, desde una reflexión a la que me gustaría invitaros. Esto no es como la encuesta (que tuvo su éxito, no os creáis), esto es algo sobre lo que todos tenemos mucho que decir. Estoy convencida.

Todo surge de una pregunta que me hice horas después de saber que lo mío con EFE se había terminado y que me ha ayudado mucho (esto del amor, es lo que tiene, que va y viene).

Ahí va:

¿Eres feliz en ese trabajo? ¿Realmente feliz? Si  pudieras hacer cualquier cosa, ¿qué harías? …

Lo dejo ahí por ahora. Pensad. Mañana os cuento lo que yo he pensado.

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