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Paro vacacional

Por Eva Diz
Viernes al fin. La semana ha sido larga, larguísima. Los días me duran el doble y el ansia me puede y tengo la agenda hasta los topes. Empiezo y empiezo y nunca acabo. Hay todo un mundo fuera de la oficina los días de diario, si uno mira como miro yo ahora: con semanas interminables por delante, con la oportunidad de hacer todo lo que quiera hacer. Pero a veces quiero hacer demasiadas cosas. Y me agoto.

Para aquellos que han seguido el hilo del blog (los que no, ya saben: lean que es muy sano, gratuito y hasta entretenido), sigo con mi idea en la cabeza, dándole forma, colocándole peldaños al esquema, perfilando el dibujo y poniéndole nombre. Aprendiendo sin parar, en definitiva. Tal vez nunca vea la luz… pero habrá sido igualmente una gran idea. Por el momento, respira y crece, que no está nada mal. Gracias a los que me estáis dedicando tanto esfuerzo,  tiempo (@aabalo) y paciencia (@alberto_magro): sois increíbles.

Con ellos de la mano, y con el apoyo de otras tantas personas (entre ellas, la primera que creyó en la idea @madammerox y se subió al tren dispuesta a acompañarme en el viaje), estoy dando los primeros pasos en ese inestable mundo del emprendedor. Tambaleándome -montaña arriba, montaña abajo, como dice un buen amigo- me he lanzado a la piscina y he descubierto que en el agua -no siempre en calma- hay gente muy interesante y, sobre todo, muy valiente. Ánimo a todos los que ayer compartieron auditorio conmigo en el ParcBit: el simple hecho de intentarlo ya es un éxito. Otros muchos, muchísimos, ni siquiera han llegado ahí =)

Entre una cosa y otra, me veo nadando entre bits y bytes, entre redes sociales, periodismo 2.0, estrategias de marketing por internet, tags, metatags, podcast, videoblogs y otro montón de palabrejas que no me pregunten qué quieren decir porque todavía es demasiado pronto, aún hay mucho, muuuuucho de analógico en mí, para bien o para mal. El tiempo dirá con qué traje me quedo.

Sí, tenéis razón, demasiadas cosas en tan poco tiempo. Vale. Paro vacacional. Va-ca-cio-nal.

Por eso hoy, después de esta primera semana tan intensa, he decidido regalarme lo que queda de día, disfrutar del sábado y descansar el domingo, au idò! Así que, sois testigos: digo temporalmente adiós a mis fogones, a mis teclas y a mi teléfono y me quedo fuera de cobertura. No me busquen, que me encontrarán y me siento tan yo que saturo un poco, he de reconocerlo.

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Por Eva Diz
Sigo aquí aunque no me veáis. Sigo aquí y me muevo, lentamente, para no malgastar la energía que estoy recargando para poder dar un poco de forma a todo lo que se me pasa últimamente por la cabeza. Poco a poco he ido tomando asiento, ubicándome y he encontrado el ritmo, la cadencia. Ya no voy corriendo a todas partes, ya no devoro sin saber qué cómo o por qué. Espero, selecciono, pienso, reflexiono, duermo, mastico, paro y observo, y luego, decido. Estoy volviendo a ser más humana, menos máquina. Y eso me hace feliz.

Desde hace tres días, tengo una sensación de libertad que hacía siglos que no sentía. Creo que hasta me siento un poquito más joven (y eso que la semana que viene cumplo años…), más aventurera, más espontánea, más gamberra, más yo.

Supongo que es la fase de barbecho personal que el cuerpo me pedía desde hace un par de añitos. El descanso que precede a una mejor producción de mí misma, Eva 2.0. Para ello, estoy buscando abono ya: me he matriculado en un curso de marketing online de la ESIC y el ICEDM y me estoy dando a los libros de divulgación sobre la red. Navego en una maraña de links y desayuno leyendo páginas sobre Social Media… Y me doy cuenta de que llevo diez años viviendo en la edad de piedra de la comunicación.

Dicen que más vale tarde que nunca; así que, ahí voy, pasiño a pasiño, descubriendo un montón de cosas que hace apenas una semana no sabía ni cómo se escribían. La vida es un aprender continuamente; lo había olvidado y ahora lo estoy disfrutando.

He de añadir que, por el momento, no he echado nada de menos las ruedas de prensa y compenso los encuentros con los compañeros entre declaración y declaración con citas nocturnas en bares de moda (buen cambio, eh, jajaja). Me he impuesto un horario de trabajo y organizo los días en dos rollos de película: en una hago el papel de  ama de casa feliz, cocinera espléndida, cariñosa y comprensiva «madre» de dos mascotas y novia estupenda (tengo que mejorar ciertas actuaciones, lo reconozco); en la otra, hago de estudiante aplicada, agarro mis carpetas y las gafas de pasta, voy a clase y paso horas en la biblioteca, catalán-web-web-catalán.

Sé que es pronto para hacer balance de nada, pero creo que esto del paro me ha venido mejor de lo que esperaba. A veces hasta me da un poco de cosa tanto optimismo. Será la falta de costumbre… Bye-bye.

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